Las impurezas de la contaminación ambiental, el polvo, el sol, el viento, el clima, el cigarrillo, la alimentación, el maquillaje, y la grasa que produce nuestra piel causan obstrucción de sus poros impidiendo su adecuada oxigenación y nutrición. Por esta razón, el cuidado de la piel, no debe limitarse a la simple limpieza y desmaquillaje diarios, pues por más que se limpie superficialmente la piel todos los días, siempre se quedaran impurezas que paulatinamente van obstruyendo los poros, causando perdida de luminosidad y alteración de la uniformidad del tono; es necesaria entonces una limpieza facial profunda realizada por manos especializadas, que le devuelvan a nuestra piel la luminosidad y vitalidad. Con ella combatiremos los efectos de los agentes externos que debilitan el rostro, dando lugar a la aparición de brillos, acné, exceso de sebo o sequedad y tirantez.